Hay una obstinada obsesión, mi vientre.
No por la suavidad, no por la lánguida curva que ha ganado con los años, no.
Están las posibilidades, las semillas que no se han cultivando, la simiente que no ha dado frutos, los frutos que no han visto la luz.
La mirada, las ansias, el empujón extático, el suspiro.
Que más puedo pedirle, el soporte al bisturí, la contracción del placer, la cicatriz, la resiliencia, el cosquilleo, la tormenta.
Tres nombres y tres cavidades, tres tiempos, tres horas.
Obstinado ósculo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario